jueves, 8 de septiembre de 2016

Yemeníes, entre bombardeos saudíes y amenazas terroristas


A diario se producen nuevas noticias sobre Yemen, desde la destrucción y desplazamiento hasta la muerte de civiles, niños y mujeres.

La Organizacion de las Naciones Unidas (ONU) ha anunciado que la guerra, que comenzó en marzo de 2015, ha dejado ya unos 10 mil muertos, cuya mayoría son civiles.

En el siguiente artículo pretendemos estudiar diferentes aspectos de la crisis que vive el país más pobre del mundo árabe, provocada por el bombardeo saudí y las amenazas del terrorismo de EIIL (Daesh, en árabe) y Al-Qaeda.

Orígenes de la crisis en Yemen

El pasado 26 de marzo de 2015, Arabia Saudí y sus aliados Kuwait, Catar, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin, Egipto, Senegal y Sudán entre otros, lanzaron una invasión contra Yemen. El objetivo era restablecer en el poder a Abdu Rabu Mansur Hadi, y eliminar al movimiento popular Ansarolá, no obstante, al día de hoy, el resultado es impactante. El director de la Oficina Humanitaria de Naciones Unidos en Yemen, Jamie McGoldrick, anunció que la guerra ha dejado al menos 10 mil muertos, aunque especifica que los datos se basan en las cifras que ofrecen los hospitales, lo que indica que la dimensión de la tragedia puede ser mucho mayor porque tristemente muchas de las zonas que son blanco de los ataques no tienen hospitales, centros de salud ni sitio alguno en el que se atienda a los heridos ni se contabilicen las víctimas mortales. Asimismo resaltó que el conflicto ha desplazado a 3 millones de ciudadanos mientras que otros 200 mil se han visto obligados a buscar refugio en el extranjero. A esto hay que sumar los 18 millones que necesitan ayuda humanitaria urgente y el millón de niños que lucha por sobrevivir.

Además de los bombardeos que han destruido el país y ha hecho que se desvanezca la esperanza del pueblo yemení de un futuro mejor, la sombra del terrorismo asoma sobre este territorio.

La situación geopolítica y geoestratégica de Yemen es de suma importancia para los extremistas de Al-Qaeda. El país se encuentra en el corazón del mundo islámico y tiene inmensos recursos naturales, además de estar cerca de los lugares sagrados e importantes de los musulmanes; la Meca y Medina, en Arabia Saudí. Estos factores son muy importantes para los salafistas, razón por la cual consideran a Yemen como la cuna de lo que ellos llaman el “califato islámico”.

En este contexto cabe señalar que por el caos reinante en el país árabe, los terroristas de Al Qaeda han establecido un pequeño imperio en la porteña provincia de Al Mukalla, donde han recaudado unos 100 millones de dólares de robos a los bancos y los impuestos que cobran a los comerciantes. Además se han hecho con 1.4 millones de dólares de la compañía nacional de petróleo de Yemen. Si consideramos que Raqqa es la base principal de Daesh en Siria, Al Mukalla es la capital de Al-Qaeda.

Además de Al-Qaeda, Daesh no ha escatimado esfuerzo alguno para aumentar su influencia en Yemen. Incluso a principios de 2015 y en abril del mismo año emitió un video en el que izó su bandera en la capital yemení, Saná. De momento, este grupo terrorista está muy activo en el centro, sur y este del país árabe, y se esfuerza por hacerse con el control de más partes de la provincia de Shabu y establecer su sede principal en el sur de Yemen.

Pasividad de los organismos “competentes”

Al estudiar el trasfondo de la crisis en Yemen, nos percatamos del apoyo que está recibiendo el agresor por parte de las organizaciones competentes. De hecho, desde el inicio de la invasión saudí, no ha habido ni una sola resolución contra Riad por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), ni siquiera ha habido sanciones o medidas de presión por parte de la Unión Europea (UE), EE.UU., u otros países y bloques que se consideran erróneamente los guardianes de los derechos humanos. Sin embargo, la situación es aún peor, si consideramos que durante la agresión a Yemen, se ha disparado la venta de armas y las ayudas financieras y logísticas de parte de varios países europeos como el Reino Unido, Francia y Alemania. El diario británico The Guardian, en un artículo publicado en septiembre pasado, reveló que Londres emitió unas 40 licencias de exportación de armas a Arabia Saudí, justo después del inicio de los ataques. Además, el centro de estudios IHS publicó un documento en el que dejaba a Riad como el primer comprador de armas en el mundo, siendo los Estados Unidos su principal proveedor.

Estos datos muestran claramente por qué no se presiona a Arabia Saudí, pese a los numerosos crímenes que está cometiendo, tanto dentro como fuera de su propio país, desde la represión a los chiíes y el ejercicio de un sistema totalitario en su territorio hasta la financiación de los terroristas en Oriente Medio y los ataques a los yemeníes.

Además, la realidad de Yemen nos conduce hacia la siguiente conclusión: quien posee grandes sumas de dinero y beneficia los intereses políticos y económicos de las superpotencias puede cometer todo tipo de crímenes delitos sin responder por ellos ante nadie; es ahí precisamente cuando se olvidan los derechos humanos. Por lo tanto, no se debe esperar la paz o por lo menos un fin que responda a la voluntad de los yemeníes; incluso habrá más casos de tales crueldades y agresiones mientras no haya una firme voluntad de los países en vías de desarrollo de unirse para cambiar el actual orden mundial que está pisoteando sus derechos.

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